El título se parece al de una telenovela, en realidad siempre han dicho que la vida es una gran novela.. Donde actúan muchos personajes y suceden muchas cosas (buenas y malas) y que al final siempre todo termina bien… algo que en la vida real muchas veces no ocurre.
Creo que estoy en una etapa de mi vida en donde siento que nada tiene sentido, mi vida pasa tan rápido… uffff… algunos días siento que los problemas económicos me van a matar y que no tendré como solucionarlos… no veo la salida de este largo túnel. Lo peor es que me “bajoneo” y siento que todo me sale mal, pero cuando logro pensar positivamente algo bueno resulta y vuelvo a sentir esa gran fuerza interior que me dice: “vamos adelante… todo va a salir bien”.
Otras veces siento que tanto pensar no me soluciona nada, que debo actuar… y ¡he tratado! Pero con la famosa crisis económica todo se ha hecho cuesta arriba, algunas veces me pongo a soñar que me gano un juego de azar… si hasta hago inversiones en que gastaría el dinero y a quién ayudaría en este proceso. Creo que si no fuera por los sueños todo sería mucho más triste y agobiante.
El otro día me toco acompañar a mi marido al médico pues estaba algo enfermo, cuando esperábamos en la consulta me puse a conversar con otra paciente que esperaba su turno, ella estaba contenta pues por fin le habían encontrado la causa de sus dolores, nos recomendaba a “ojos cerrados al médico” pues, según ella, sentiríamos una gran paz y alivio al salir de su consulta, pues según ella era un buen medico cirujano... Me pareció un comentario poco creíble pues en general los médicos de ahora son verdaderos comerciantes y por lo general siempre están muy apurados, son muy contados los que realmente se preocupan por sus pacientes, además yo no comprendía como un medico con ese nivel de estudios solo atendía en consultas y daba clases.
Por supuesto, mi curiosidad era mayor que saber que tenía mi marido. Nos toco el turno, nos hizo pasar y comenzó a preguntarnos que nos traía a su consulta, era un hombre agradable con una gran sonrisa y un sutil sentido del humor… eso obviamente nos ayudo a entrar en confianza y mientras examinaba a mi marido nos hacia diferentes comentarios del porque sucedía tal o cual cosa; ahí comprendí porque se demoraba tanto con cada paciente. De alguna forma u otra llegamos al tema del porque en estos tiempos habían tantas enfermedades, él nos comento que según su punto de vista algunas veces todo se debe a la falta de fe… ¡de fe! ¿Qué tendrá que ver con las enfermedades?, nos explico que muchas veces hay enfermedades que son creadas por nuestro subconsciente o bien por situaciones que están a nuestro alrededor. En algún momento de nuestra vida debemos elegir entre dos caminos: aquel que nos da alegrías momentáneas, que no nos ayuda en los momentos difíciles, ese que no nos enseña a valorarnos y valorar lo que tenemos o somos, y que a veces nos provoca tristezas, preocupaciones, enfermedades e incluso a veces nos obliga a sentirnos desesperanzados cuando algo no nos resulta como quisiéramos. Y está el otro camino, el de la fe donde sentimos que todo es un proceso, que los problemas no son eternos, vivir y disfrutar de cada momento de la vida. Pero esa fe no se compra y no llega de la noche a la mañana, no es innata ni heredada sino que la adquirimos de diferentes formas. Nos contó que el tomo el camino de la fe después de un accidente donde estuvo en coma por muchos meses y que luego de despertar de ese largo sueño vino el proceso de recuperación, estuvo acompañado de sus seres queridos, aprendió a leer la palabra de Dios. Sintió que le habían dado otra oportunidad y que podría cambiar todo aquello que no le daba la felicidad o tranquilidad en su diario vivir, descubrió que muchas cosas de su vida eran superficiales y que no las quería tener.
Cuando salimos… lo hicimos tranquilos y agradecidos, pues había sido más que una consulta médica, había sido una gran ayuda espiritual.
Desde hace algún tiempo siento que estoy en un punto de mi vida en que necesito tener tranquilidad y mucha fe para aceptar lo que estoy viviendo, comprender que todo pasa por algún motivo. No soy una mala persona y siempre he tratado de actuar de forma correcta como me educaron, pero eso no basta… necesito sentir que estoy en está vida por algo, no solo vivir cada día como uno más. Pero no es fácil pues todo requiere de algún sacrificio y para eso debo estar dispuesta a comenzar ese largo camino. No quiero darme cuenta que he vivido me vida como un proceso ya establecido: niñez, adolescencia, hija, madre, esposa, trabajadora, amiga… etc., necesito sentir esa paz en los momentos buenos o malos que me depara la vida.
En estos momentos tengo mi vida y debo tomar la decisión de escoger entre uno de estos dos caminos.